Tal vez lo has visto en bardas, anuncios espectaculares y hasta publicidad en sillas plegables. También se le ha inmortalizado en figuras coleccionables, vitrales y hasta esculturas. Y, por supuesto, está en los empaques de los productos de audio y video de las marcas asociadas RCA, Gramophone Company, HMV, EMI, RCA Victor y JVC, entre otras. Se trata del simpático perrito que mira un fonógrafo con enorme atención, como si quisiera distinguir lo que está en su interior y que produce tan peculiares sonidos.
Como muchos logos publicitarios, el adoptado por este consorcio de grabación tiene su historia. El logo siempre me había llamado la atención, porque me encantan los perros, pero ignoraba lo que había detrás de él. Fue gracias a la visita quincenal que acostumbro hacer a una conocida librería –que por cierto, incrementó su fama gracias a una exitosa campaña de anuncios espectaculares– y a la revista literaria que me obsequiaron al salir, como descubrí la historia de Nipper.
Tal es el nombre del perro que inspiró la popular imagen de marca. Nipper era el tipo de perro al que hoy llamaríamos “mestizo”; se piensa que parte de su herencia genética proviene del Jack Russell Terrier, el Smooth Fox Terrier o el Bull Terrier. Sean cuales fueran sus orígenes, Nipper no empezó la vida con la pata derecha, pues su primer dueño Mark Barraud, lo encontró vagando por las calles de Bristol, Inglaterra, en 1884. Barraud adoptó al cachorro y ambos compartieron sus vidas hasta la muerte del primero, en 1887.
Afortunadamente, el hermano de Mark, Francis Barraud, aceptó dar al perro un nuevo hogar. Nipper, junto con todas las posesiones de Mark, se mudó con Francis a la ciudad de Liverpool, donde el menor de los Barraud trataba de hacer una carrera como pintor, sin demasiado éxito. Entre la modesta herencia que Mark dejó a su hermano, se encontraban un reproductor magnetofónico y varios cilindros con grabaciones. Cada vez que Francis encendía el aparato, Nipper lo miraba con curiosidad; pero su estado bordeaba el éxtasis cuando resultaba que alguna grabación contenía la voz de su primer amo, Mark. En esas ocasiones, el perrito no podía más que mirar intensamente al reproductor, acaso esperando que en cualquier momento su antiguo protector apareciera.
Nipper murió en 1895. Tres años después, Francis decidió inmortalizar su leal actitud en un lienzo que tituló “His Master’s Voice” (La voz de su amo). Tanto el nombre de la obra como lo que ésta representaba no hicieron más que confundir a los primeros críticos y empresarios a los que Francis se aproximó. La Royal Academy se negó a exhibir el cuadro. La compañía Edison Bell, fabricante de reproductores magnetofónicos, también rechazó la imagen como un posible logo para su marca, pues según el director de mercadotecnia, “Los perros no escuchan el gramófono”.
Parecía que el destino del homenaje a Nipper, así como el de la carrera artística de Francis Barraud, era perderse en el olvido. Sin embargo, algún alma bien intencionada recomendó a Francis que reemplazara el magnetófono por un aparato más moderno (para la época, por supuesto), así que cambió el reproductor de cilindros por un tocadiscos con bocina metálica. Esto último dio un toque de novedad y brillo que hizo al cuadro más atractivo.
William Barry Owen, de la Gramphone Company, compró la pintura y convirtió al título, “His Master’s Voice”, en el eslogan de la compañía. Francis Barraud recibió 100 libras por su única pintura reconocida y el gesto de atención de Nipper a la voz de su amo se convirtió en sinónimo de alta calidad en el ámbito de la ingeniería de sonido.
Es así como detalles cotidianos, pero significativos para quien les presta atención, pueden convertirse en iconos de una industria.